Reorganización empresarial, previsiones, planes de viabilidad, análisis de escenarios futuros… Cada día más estos temas forman parte de la gestión de las organizaciones de cualquier tamaño y actividad.

 

Aquello que funcionó ayer, no tiene por qué funcionar hoy y las experiencias pasadas no siempre nos ayudan en la toma de decisiones ante escenarios nuevos y cambiantes.

 

Por esta razón además de la crisis económica, los cambios permanentes, la cada vez más exigente administración y exceso de información que demanda, la figura del Consejero Independiente, un perfil consolidado en otros países –principalmente anglosajones- y que vela por los intereses de la organización en su conjunto, se convierte en absolutamente necesario.

 

El valor de una perspectiva neutral, desvinculada del equipo directivo o de los accionistas, es fundamental. Además, aporta una visión fresca, innovadora, enriquecida por la experiencia en sectores altamente competitivos. El papel del consejero no es acudir simplemente a las reuniones programadas, sino aportar sus consejos, contactos y saber hacer, acompañar a los accionistas, titulares, consejeros o administradores en la toma de decisiones y ejecución de soluciones reales y alternativas posibles.

 

Si ante las grandes decisiones de la vida usted se pone en manos de profesionales sin dudarlo, como a la hora de comprar un coche o una casa… ¿se arriesga a gestionar su empresa o tomar decisiones de futuro sin consultar a un experto?

 

Estar bien asesorado por un profesional o equipo multidisciplinar le hará ver de forma clara las ventajas e inconvenientes en todos los casos y podrá conocer los riesgos y oportunidades antes de decidir.

 

¿El precio? La tranquilidad de saber que hace lo correcto y no asume riesgos desconocidos.

 

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